En su forma más simple, el concreto es una
mezcla de pasta y agregados. La pasta, compuesta de cemento y agua, cubre la
superficie de los agregados finos y gruesos. A través de una reacción química
llamada hidratación, la pasta se endurece y se fortalece para formar la masa
rocosa conocida como concreto.
Dentro de este proceso se encuentra la clave
para un rasgo notable del concreto: es plástico y maleable cuando se mezcla
nuevamente, fuerte y duradero cuando se endurece.
La durabilidad, la resistencia y el costo
relativamente bajo del concreto lo convierten en la columna vertebral de los
edificios e infraestructura en todo el mundo: casas, escuelas y hospitales, así
como aeropuertos, puentes, carreteras y sistemas ferroviarios.
El material más producido en la Tierra sólo
tendrá una mayor demanda ya que, por ejemplo, las naciones en desarrollo se
vuelven cada vez más urbanas y los fenómenos meteorológicos extremos requieren
materiales de construcción más duraderos.